Unos momentos con Alfredo

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La verdad nos hará libres.

A raíz del envió de un ejemplar de la obra de Graciela Mondragón: “Cuando la Revolución se cortó las alas” el conocido periodista y escritor Víctor Octavio García había decidido hacerme una visita.

El día de ayer poco antes de las 11 horas disfrutábamos un café y echábamos la platicada. El tema de Múgica ya no se tocó sino el de un día anterior donde se pone manifiesto con ágil pluma de Víctor Octavio en la concepción de la presencia de la existencia de gentes que lucharon por México, por sus estados y por Baja California Sur, tal fue el caso del General Francisco J. Múgica.

Se expresaba el nativo de caduaño y conocedor de diversas zonas del medio rural de los sacrificios y esfuerzos de nuestros antepasados.

Mientras iba concluyendo el desayuno avanzaba como un desahogo mental cuando mejor se iba a lugares de la costa del golfo y del pacifico, los echaba a andar, con la mente en blanco y además donde no existiesen redes de comunicación para aislarse de un mundo alterado donde los convenencieros, oportunistas, van dejando huellas de latrocinios sociales.

Con la voz enronquecida me decía: Mira, profe, aquí hay cabrones que están al asecho por aquello de que nos vayamos a matar una pieza de venado,  son los auténticos chairos. Sin embargo nuestros abuelas nos enseñaron a que la naturaleza si fue prodiga era para el autoconsumo y no la explotación.

Llegamos al golpe esporal de referirnos a las gracejadas un día si, otro también, donde al presidente de la república como una persona que falta a la verdad, una mitomanía enfermiza y que mantiene los niveles de indiferencia ante el dolor de sus hermanos porque en el diccionario de la presidencia de la república no existe respeto ni a la condición, ni a la dignidad humana.

En esos momentos entro una llamada de un amigo en común que me voy a reservar su nombre por respeto precisamente a su dignidad. Tomando café nos sorprendieron altas y bajas de temperatura, mirada nebulosa y todos aquellos problemas producidos por el estrés.  Dijo que le había expresado que era producto de su golpeada economía. Que no logra establecer los niveles, por la sencillísima razón de que lo que busca en igualdad estados sociales superiores practican el arte de la demagogia y la estupidez. Cada paso que daba Octavio en el pensamiento nos señalaba que ese es un pensamiento común de quienes se resisten o nos resistimos a pensar en el caso nuestro en Baja California Sur salvo las honrosas excepciones son verdaderamente pocos aquellos que están preocupados. Gritan, dan sombrerazos, pero no se animan.

La frase de este día es: “El catecismo de estas gentes es el inclinarse en el altar de la desvergüenza y de la falta de respeto de los más elevados valores que merece la gente que esta sea”.

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