< Traducción de Vicente Cristóbal López >
Compilación de Sergio Ávila R.
Por Horacio
(Romano, 65 – 8 a. C.)
He levantado un monumento más perenne
que el bronce y más alto que la regia
construcción de las pirámides, que ni la
lluvia voraz, ni el Aquilón desenfrenado
podrán derruir, ni la innumerable sucesión
de los años y la fuga de las generaciones.
No moriré por completo y mucha parte de
mí se librará de Libitina; yo creceré sin cesar
renovado por el elogio de la prosperidad,
mientras al Capitolio ascienda el pontífice
acompañado de la silenciosa vestal.
De mí se dirá, por donde resuena el violento
Áufido y por donde Daumo, pobre en agua,
reinó sobre tribus campesinas, que, llegando
a ser influyente, aunque, de origen humilde,
trasladé el primero la canción eólica a los ritmos de Italia.
Acepta el honor que mis méritos te han
procurado y ciñe propicia mi cabellera,Melpómene, con laurel de Delfos