En la opinión de Alfredo González

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1.- Seria aceptada la decisión del gobernador de no vender el caimancito

2.- Alguien grito en una reunión: ¡Que se venda!

3.- El inmueble es un sello distintivo de la sudcalifornidad.

Una frase adecuada para este despacho sería la de Disney. Vamos a hablar de lleno al tema. La construcción del caimancito se derivó de una petición del  Lic. Miguel Alemán Valdez hecha por el gobernador del entonces territorio general Agustín  Olachea Avilés. El ejecutivo federal dio una respuesta pero en broma diciéndole: ustedes no tienen una casa digna para recibir a un jefe de estado, le pico la cresta al divisionario y al retornar de la capital convoco a la clase pudiente de esta ciudad, planteo el problema y todos aportaron cantidades respetables para empezar las adquisiciones. Se usó material de los alrededores ya que arena y grava es lo que sobraba y elementos del quinto batallón  de infantería el cual también era su comandante se  dispuso a poner manos a la obra.

Siempre se le ha conocido como el caimancito porque si usted lo observa a la altura de la desembocadura de la 5 de mayo y Obregón sobresale un promontorio de la playa a la izquierda del inmueble que asemejaba a un caimán, pero en realidad el nombre oficial es Casa Presidencial. Cuando Olachea Avilés entregó las llaves simbólicamente al presidente, éste se sonrió y dijo: no señor gobernador, es para que vengan visitas distinguidas y tenga un lugar digno donde recibirla. De esta manera se le brindó una comida a la Reina de Inglaterra Isabel ll que dejó  unos obsequios en la casa mismos que desaparecieron después cuando empezó la rapiña  a desatarse, todo mundo sabemos quiénes fueron.

Años después con el pretexto de un acuarium de escasos tres metros de largo por uno de ancho que fue una gracejada de un gobernante que siendo hermano de sangre se dispuso a desaparecer. Varios millones se fueron en ese disque acuarium donde había una mantaraya  chiquita, un ralladillo y un lique, según esto para que gente de las colonias populares se trasladaran hasta allá gastando ida y vuelta 50 pesos en el pasaje, vaya revolucionarios. Para antes creo que Mercado Romero cedió el polígono número uno al ayuntamiento paceño para que saliera de sus deudas, fue el mismo que siendo gobernador hizo el acuarium de chisguete. No conforme con eso el sucesor vendió la playa norte del caimancito siendo zona federal a un gringo de apellido Curtis que Víctor Manuel Liceaga había donado para que las familias paceñas fueran a sus paseos dominicales. Hoy se levantan lujosas mansiones, unas cercanas y otras en los siguientes polígonos. Desapareció un piano de cola, pinturas de clásicos, colecciones marinas, un comedor para 60 comensales, aires acondicionados, etc. Verdaderos felinos de uña grande pero en fin, hoy ante una intensión mínima de que se venda el caimancito el gobernador en una primera expresión dijo que no lo creía conveniente y en este sendero queremos hacer la sugerencia de que se convierta en un museo marino con áreas como un salón de conferencias, de escritores nacionales, extranjeros y desde luego locales. Que se aplique una cuota para el mantenimiento de la casa presidencial y otra parte para auxiliar a  la asistencia social del DIF.

La casa presidencial  es un sello distintivo de la sudcalifornidad. El pensamiento que podía encajar en este despacho es: “nuestro patrimonio cultural, nuestros códigos, normas, debemos conservarlas y enseñarle a nuestros hijos a respetarlas y engrandecerlas”.  

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