Unos minutos con Alfredo.

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Con una mochila al hombro y un portafolio con gamuza de venado se desplaza un maestro que se refleja hacia el futuro y vibra en el presente con las cosas que interesan a BC.S.

Domingo Valentín Castro Burgoin abogado de profesión, maestro e investigador va rompiendo las emplumadas olas del golfo de California, hurgando en las olas del pacifico y del golfo ¿Cuáles son los hechos que van y se estrellan en los riscos y llevan nuevas noticias de lo que sucede acá en esta otra orilla?

Pero es una cualidad propia de personas que han comulgado en el altar de la investigación permanente. Su expresión y sus testimonios van quedando con el sello indescriptible de una sudcalifornidad fundida en el crisol de una conciencia que nunca muere.

Lo hemos visto en el valle de Los Cabos, Baja California, en las hondonadas de los pueblos de Mulege que se levantan en enhiestas  y conviven con el volcán de las vírgenes y también con un oasis, el único que es la laguna  el rio Mulege cuyas aguas todavía por siglos se van desperdiciando.

No se ha encerrado Domingo Valentín en el cajón de oro de los soberbios y los insolentes sino que ha ido derramando lo que ha aprendido de la mejor universidad que es la vida misma. Acaba de retornar del interior de la república, ya visito lugares históricos como Morelia Michoacán donde el intercambio se ha hecho sin mezquindades porque no es de los que se encierran a piedra y lodo sin compartir lo que la vida misma le ha dado: conocimiento, ese conocimiento que muchos lo aprovechan para lucrar.

Castro Burgoin proviene de raíces firmes y las reparte generosamente en lugares como Cholula, una ciudad construida por Dios y por la historia de ese pueblo grandioso, donde ha ido a sembrar y adelantar la cosecha para después plasmarla y darla a conocer a sus iguales.

Aquí habrá que decir que ha tenido el cuidado de guiar a su hijo por los recónditos lugares de un país con una entidad que cuelga del hombro derecho de México y que así lo describe el investigador Francisco Aramburo Salas. 

Quedará para la historia la expresión aquella que alguien dijo: “Tendrás que quitarte alguna vez las Sandalias para no herir las piedras del camino, dirigida a aquellos soberbios que no arreglan nada con vestimentas o con perfumes sino que van dejando su olor a hombre, a varón o los viejos recodos del camino, o los templos milenarios y por una naturaleza que se levanta orgullosa de quienes han nacido o han venido a quedarse o dispersado por toda la geografía nacional.

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