Unos minutos con Alfredo

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Una blanca conchita se abrió hacia el espacio.

Una conchita de mar se había abierto por las noches hacia el cielo, ahí esperaban entre los marismas sus seres queridos, buscando la esperanza que nunca muere.

Guillermo: Había plurado al cielo al supremo ascedor que la conservara como una de sus coronas pero no fue posible.

El destino había jugado los dados y ella pasaría a formar parte de una de las lumínicidades de la corona celeste.

Guillermo Mercado al igual que una pareja en los portales del edén buscaban un rincosito donde acomodarse para que naciera el redentor. Así fue como nació el rey de reyes. 20 siglos han transcurrido y una luz radiante sin tila a lo largo y ancho de la humanidad y todavía alcanzó a decir en el calvario donde se ganó la gloria dijo no lloren por mim lloren por sus hijos.

Una lección de amor de sentimiento desde entonces advertia jesus todo lo que venia en el camino:

Guerras, destrucción, Peste, muerte pero sobre todo la indecisión de los hombres de llegar algún dia ha ser hermanos ¡que desgracia que un hombre que fue gran conductar nde masas no hay sido comprendido en todas sus cabalidades!

Esta es una historia muy paralela con la que acaba de suceder con un hombre que entregó sus mejores años a su pueblo y me refiero al Lic. Guillermo Mercado Romero. No tengo que pellizcarle, no lo hago con un interés bastgardo, lo hago porque  a los hombres de una sola estatura, invariable hay que respetarlo, y hay que estar con ellos en las buenas y en las malas en las verdes y en las maduras y en las breñas porque e4s ahí donde se templa el espíritu del hombre.

Lamento mucho Guillermo el descenso de Conchita y sabes porque una cadena de enferemedades me detuvieron para estar contigo. Hoy te daras cuenta con toda la curdeza que puede marcar la realidad quienes son tus amigos y quienes son capaces de acompañarte desde aquí a la eternidad y hasta el final de los tiempos.

La Frase de este Jueves es:

  • La lucha por la vida es siempre una constante. Quien se quiebra no merece tener la rectitud del crio que ante los primeros vendavales se dobla y ya pasado el typhon recobra su figura original.

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