Sin Novedad en el frente

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Por: Alfredo González González

Jalaba bien el mecate. Era una tranca dura de saltar. Dejó huella profunda en su existencia.

Era caballero, romanticón. Escribía anécdota y cuento y siempre ponderó a padres y a sus hermanos y a sus hijos.

Su alfa y omega fue el periodismo. Un día me invito a colaborar en una nueva aventura y me hizo la aclaración que no me pagaría. Le respondí: “! Adelante!”.

Un estímulo llegaba después de doce años de veda, de zapatos de media suela y camisas de ochenta pesos

Sabía que le habría de responder Juan Melgar y desde luego su compañera esposa. Daría vida a las máquinas de un periódico llamado El Madrugador y que él lo rebautizo como el Calisureño.

Coloreó en el horizonte de Chuy Chávez. Un nuevo panorama. Cuando estaba el
rranque listo, solitariamente lo destejamos en un restaurante de la zona costera y en un sobre que me entregó a mi dijo: “Mi general, es hora de un buen par de zapatos, y hay alguien que desea que usted esté en la brigada de un nuevo periódico. Así fue.

Humano, sensible y extraordinariamente humano, palomillero, caballero, y un día decidió irse a vivir allá en el centenario donde fue su habitad. Chuy adoptó esta tierra como suya, aquí soñó, aquí construyó sus ilusiones y dejó las pinceladas y una pluma que algún día Toño, su hijo, tendrá que empuñar.

Así se forjan los seres humanos. Con sacrificios. Con gratitud hacia su vieja escuela de Ciudad Constitución, la llamada revolución de 1910 y recordaba con afecto al profesor Viluco, Víctor Manuel Peralta Osuna.

Vaivenes lo llevaron a afrontar una enfermedad que fue minando su existencia y que sus lectores seguían paso a paso sus días mejores y sus días finales

En estas condiciones, Chávez enfrentó cuestiones que no convenían al núcleo social. Lo hizo con decoro y hasta el último minuto manifestó sus inquietudes y vio con tristeza, que no murieron en la cama y que fueron masacrados por la violencia que altera el estado de derecho.

Z En ciertas manifestaciones activistas en la lucha social la letra “Z” que se traza en el suelo o algún muro simboliza que no está muerto.

La frase del día: como solía decirme: “Sin novedad en el frente, mi general”.

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