General Francisco J. Múgica. Figura emblemática del laboratorio social de 1910.

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Atrás quedaban las palabras de Venustiano Carranza cuando en las afueras del ayuntamiento de Hermosillo Sonora se expresaba dolido: “Si tan solo hubiera un hombre que no mintiera, que no engañara”.

Suponemos que esto se derivó de los trágicos sucesos del 22 de febrero de 1913 cuando es asesinado el presidente legalmente electo.

Me acaba de enviar un texto Cuauhtémoc Murillo Aguilar titulado “Cuando la Revolución se Cortó las Alas”. De autoría e  Graciela Mondragón su asistente personal  hasta el último día de su existencia que fue el 12 de abril de 1954 que marcó el punto final tanto de una vida como una etapa de México Entero… (Sic).

Según los datos que hace años registré el primer disentimiento entre Carranza y Múgica en el debate fue en 1917. Múgica tenía sus razones porque estaban listos los artículos 27 y 123. El primero establecía la legalidad del reparto de la tierra a los campesinos y la segunda sobre las cuestiones laborales.  Al michoacano no se le olvidaba y eso está a la vista de todos que don Venustiano Carranza había sido senador porfirista pero también un connotado hacendado  y establecía las bases para que Múgica afianzara la tesis que le estaba planchando (deteniendo) el artículo 27 y que los campesinos ya no podían esperar.

La antítesis carrancista era: “Vamos liquidando a Huerta y seguimos con el 27”. Y la respuesta era: “podemos hacer las dos cosas”.

Cuenta la crónica que con cierta deliberada intención don Venustiano Carranza envió a Veracruz al inquieto general de Michoacán para que viera la de los aranceles ya que el heroico puerto del golfo de México había sido bloqueado en 1914 por las tropas norteamericanas.

Múgica se las ingenió para que Carranza había dicho: “el viejo no quiere que esté presente en el debate en asuntos de la educación”. Y entonces ordeno Carranza que se quedara al debate”. Las tropas norteamericanas habían dejado el puerto y entonces Múgica al frente de la misión se dio a la tarea de realizar una supervisión. Se asombró que cuando en uno de los escritorios o archiveros encontró una nómina donde venían filmando funcionarios mexicanos el servicio de los norteamericanos en Veracruz.  Celosamente guardo los documentos donde aparecía un nombre que decía: “Adolfo Ruiz C. no aparecía pues el apellido materno del que iba a ser candidato a la presidencia de la república.

Así las cosas. Llegó el momento en el que se hicieron los preparativos para la elección presidencial, el candidato del entonces Partido Hegemónico mandara al palenque a su gallo, nada menos que a Ruiz Cortines.

Múgica que había sido desde un principio relegado de las actividades más importantes del país fue enviado como gobernador de las islas marías por ello aparece la frase que plasmo Graciela Mondragón: “Un hombre donde quiera es útil: lo importante es servir a México”. Aquí debemos recordar que Múgica le dio un vuelco a las actividades sociales, productivas y humanistas de quienes compurgaban penas en el penal del pacifico. Se multiplicaron la producción de sal, se implanto educación, y regeneró a muchos hombres y mujeres preparándolos para la libertad. Para la década de los 40 ya era gobernador de nuestro territorio y en 1945 ante los integrantes del primer FUS presenta su renuncia con carácter de irrevocable al presidente Ávila Camacho.

Lo que a continuación narramos es parte de la conseja oral de mi señor padre. Se formó el partido Henriquista encabezando los tres divisionarios de la época: el propio Enriquez, Múgica, y Lázaro Cárdenas y se dio forma a la federación de los partidos del pueblo. Mi padre me aseguraba que las elecciones las había ganado Miguel Enrique Guzmán pero que no apareció un manifiesto a la nación y que mientras que la prensa nacional esperaba las declaraciones de un hombre del peso específico de Cárdenas toda la noche esperaron y no se dieron

Para las 10 de la noche de un día antes la caballería del ejército federal había pasado a sable a niños y mujeres. Esto aparece en un texto que debe de estar por ahí que me obsequio Héctor  Estrada Aguna.

Mucho habría que decir de Múgica pero hay una cosa que cala hasta el tuétano de los huesos: Manifestó su deseo que después de muerto sus restos descansaran en el monumento a la revolución mexicana, para ser un constante crítico de los constituyentes claudicantes.

Ojala, tengamos oportunidad de hablar de otros ángulos de Múgica. Era una extrema izquierda, las grandes de este hombre que jamás hizo traición a su espíritu de rebeldía y hoy vemos con desagrado que todos estos sacrificios están a salva guarda de cuentas bancarias con muchos ceros. Múgica es grande porque fue es y será un mexicano completo, sin mezclas, y que supo responder a la altura de las circunstancias la mejor prueba es que murió en la pobreza.

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