En la Opinión de Alfredo González

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Dos escenarios nacionales: costaron dos millones de vidas.

Un pensamiento llego a otro. Pasada la media noche del domingo desperté y leí un versículo de la biblia.  Ese acto me llevo al pensamiento que al paso que vamos los efectos de una incomprensión que se repite en nuestro país, nos lleva irremisiblemente hacia la autodestrucción. No me solazan los problemas ni de este país ni de cualquier otro, me llena de decepción y ni suponiendo sin conceder que solamente el estado perfecto ha sido posible en la mentalidad de Platón autor de la obra “La Republica”, existe el estado perfecto y si bien dice la sentencia de los liberales no todos los hombres pueden ser sabios pero si pueden ser virtuosos decorados con la modestia, humildad, la fraternidad.

Ahí caminaba de la mano con la soledad de la madrugada. Los pensamientos se arremolinaban y parecían jugar conmigo el consciente y el subconsciente.

Observe el reloj y faltaban dos minutos para las 3 de la mañana. Beethoven continuaba con su sonata Claro de Luna y libera la frase más profunda que ni su autismo pudo parar: “Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”.

Asalta mis pensamientos el comandante Che Guevara que como dice la composición en su honor: “le puso un cerco a la muerte” y me vuelvo a preguntar si algo intuía el famoso guerrillero cuando decide desligarse de los puestos de honores de la hermana república de Cuba y decimos hermana inspirada en vocablo de José Martin y en esos minutos llego a la conclusión que no se puede pregonar la democracia si se van heredando los puestos públicos como en el caso de Fidel que le entrego el mando a su hermano Raúl y no puede ser democracia porque finalmente los militares se llevaron la porción del pastel y no nos digan que no.

En tanto el Dr. Guevara de la Serna muere prácticamente abandonado en la sierra de Bolivia pero aun la muerte le respeto el no haber vivido los días posteriores al triunfo de aquel 26 de julio cuando la insurgencia cubana entro a la Habana que Fulgencio Batista la había convertido en el mayor prostíbulo del Caribe y al saber que se acercaba el fin abandono el puesto pero antes de irse ordeno a la fuerza aérea que ametrallaran al pueblo cubano. El Che moría solo afuera de una escuela rural en las zonas serranas de Bolivia. La bota militar había tentado gracias a los huesos de los judas al final físico de un hombre que tuvo ideales.

Cuatro de la mañana: me dirijo a la cocina y conecto la cafetera. Retorno a mi habitación y como en menos de una hora realizaría unos ejercicios. Me puse mi pants viejo, una camisa cubridora porque voy a salir a la calle. Sonó el teléfono y se escuchó esto:

-Ya bájale a tus huevos, cabron.

Me encorajiné tanto no por lo que me dijo sino porque me sacó de lo profundo de mis pensamientos y mi respuesta fue:

-¡Tizna tu madre!

-La tu…

No alcanzo a completar la respuesta.

Volvió a timbrar y considere que no valía la pena. Y recordé una frase de la figura de los cobardes que dice: “los niños dicen lo que hacen, los viejos lo que hicimos y los pendejos lo que van a hacer”.

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