En la opinión de Alfredo González

0

Cuando la sociedad se resquebraja.


Que un grupo de malhechores se enfrenten pues eso cuenta el riesgo aunque pudiera alguien estar en un mal momento o en el lugar equivocado sin embargo es el precio que se paga entre ellos cuando se va buscando el piso que cobrar, los lugares propios para asaltar, asesinar, etc. Pero cuando el hecho criminal se consuma por el hecho de hacerlo nada más o para desatar el terrorismo en la comunidad es cuando los signos de descomposición empiezan a hacer corrupción en la sociedad.
El grito desgarrador de un padre de familia se escuchó: “¡Ya nos tienen hasta la madre!”. Habían asesinado a un hijo de 3 años. ¿Qué daño o que peligro representaría una criatura? Niños arrebatados de los brazos de las madres y al irnos al extremo no sobrecoge el pensamiento que está iniciando el tráfico de órganos y eso sobrepasa cualquier pensamiento, acción y patología de un asesino que no merece consideración alguna. Así es. En este país estamos hasta el gorro, imagínese que la ayudante de un colectivo sea cómplice para que los viajeros sean bajados en determinada esquina y despojado de sus pertenencias o quizá hasta de la vida sino es que llegan integrantes de la brigada de los honestos porque hay que reconocerlo, no todo está podrido en Dinamarca.
La ley esta maniatada y la ciudadanía queda inerme.
Hace algunos años quizá por los setenta u ochenta se puso en boga la profanación de los cementerios. Nos desempeñábamos como titular de la dirección general de prevención y readaptación social. Algunos periodistas comentaban con justa razón hasta donde se había llegado no solamente alterar la paz de los muertos sino también a robarse todo aquello que les reportara ingresos como el metal y algunas maderas preciosas con que se habían hecho las capillas más antiguas. Cristos de metal amputados de sus brazos y otras imágenes sin cabeza reportaban un hecho deleznable.


Finalmente nos enteramos de que se desarrolló un operativo nocturno, bien organizado y fueron sorprendidos diez sujetos en diversos puntos del camposanto, se les desnudó, les quitaron los zapatos y exprofeso en el fondo del cementerio había un camión con depósitos de materia fecal semilíquida. Los acostaron y empezó la tarea de empanizarlos. El mensaje es claro siendo eso precisamente excremento humano, desecho social no tendrían ningún inconveniente en que se les bañara con esa sustancia. Después tomaron varios sacos con plumas de gallina y los adornaron. Fue una anécdota que me platico un viejo camposantero que por muchos años daba santo y seña en donde se encontraba tal persona.
Se dice que los padres de los muchachos se quejaron y la respuesta de la ley fue: “están acusados de profanadores de tumbas”, si eso les sucedió fue por frecuente riesgo de ellos.


Tiempo más tarde un grupo de padres fueron a verme para que intercediera y definitivamente me negué, primero porque estaban en manos de la justicia y que no podía un servidor interceder por gente que había faltado al respeto a los que se murieron, sino que también, entraban a robar y eso se llama profanación.


Les recomendé que aconsejaran a sus hijos y que, el área correspondiente de nuestra institución hiciera lo propio. Pero la sociedad no puede estar inerme al bandidaje y mucho menos a que posteriormente porque es hijo de fulanito o zutanito o porque simplemente el imperio de la ley, como ahora lo estamos viendo se está derrumbando estrepitosamente.
Efectivamente, ojala y no haya más padres de familia que griten desgarradoramente que ya nos tienen hasta la chin.. Porque necesitamos corregir rumbos, llevar a proceso a bandidos y respetar la carta federal, para que tengamos una sociedad y país generoso y progresista aunque la frase del día diga lo contrario: “La política como se lleva actualmente es el arte de comer mierda, pedir más y no hacerle gestos”.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here