En la opinión de Alfredo González

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La importancia de la comunicación.

Un viejo periodista alguna vez nos dijo la importancia que tiene la comunicación en los diversos ordenes de la vida: en el hecho de anunciar un producto y hacerlo atractivo, en la publicación de un texto, en el dar conocimiento de las bellezas naturales de diversos puntos del planeta.

Fundamentalmente el o la publirrelacionista son piedras angulares en la aceptación que a través de una rama de la psicología de las masas llamada psicotécnica, produce una serie de expresiones para anunciar refrescos y otras bebidas.

En el caso específico de la política el encargado de dar a conocer la personalidad de un presidente, de un o una gobernadora son cuestiones más complejas porque aceptemos el término: el producto que va a ofrecer depende de gran parte su aceptación en la capacidad del difusor o la difusora.

Cuando hay resbalones por ejemplo como en el caso de la gobernadora de la Ciudad de México, el publirrelacionista de la funcionaria quiso tapar el sol con un dedo y salieron más caras las hojas que los tamales, porque baso una decisión en el sentido de que el diagnostico que daba una empresa de fama internacional sobre la línea rosa no los favorecía y esto en lugar de ayudarle le abrió los flancos para que le atizaran candela.

Cuando el publirrelacionista o la publirrelacionista o sea el director o directora de difusión de la instancia que sea antepone los intereses personales o de grupos a que se dé a conocer con toda veracidad el trabajo que se desempeña entonces se está fallando.  Se debe valorar la capacidad de quien hace los esfuerzos porque las cualidades y eficiencias del servidor público se sacrifican con arreglos a espaldas del titular o la titular y esto al menos tiene destellos de deslealtad.

El ejemplo cotidiano que usted mi querido o querida lectora puede valorar son las famosas mañaneras donde las redes con honrosas excepciones, y quienes deterioran el valor del periodismo, remarcan dos o tres horas la efectividad de una administración cuyo capitán ha sentido los impactos en la línea de flotación de su embarcación y quienes lo asesoran prefieren acudir que cuando la barca se  hunde las ratas dejan el barco, empiezan a llegar las alforjas y nadar hacia la orilla. De pronto el titular se da cuenta que su política de difusión no alentaba el principio de la verdad. No mentir, no engañar. ¿Lo recordara el señor presidente?

Y es cuando la democracia pierde su esencia para convertirse en demagogia, en falacia, en punta de lanza para destruir los más elevados intereses a los que un pueblo pueda aspirar.

Por eso es importante valorar a quienes están al frente, de dar a conocer el difícil arte de gobernar y no enfocar su apoyo ilimitado a quienes prefieren presionar a los otros en busca de la carroña.

La verdad, efectivamente nos hará libres y leales.  Lo dijo Juan para que lo entienda Pedro.

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