El viejo chaman: una opinión – lunes 25 de abril del 2022

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Vivo en paz, en mi tierra de mis dioses y los líderes que defendieron la tierra del bacatete. Cada atardecer iba observando el desgaste que el ser humano había hecho con el hogar común. Su tesoro era el ocote seco que al ver morir la tarde se frotaba las manos con el humo que mistificaba un altar improvisado y en su idioma le pedía a sus divinidades. Cada vez más observaba desde sus sierras el desgaste de sus cascos polares que aumentaban el o volumen del oleaje que ocasionaban siniestros y desgracias, pero el ambientalismo parecía no interesarles lo que la naturaleza a través de Dios les había brindado. ¿Dónde estaban los abuelos? El agua se va acabando y en el futuro se convertirá en moneda de cambio.
Cuando lo hecho por la naturaleza se ha convertido en un escenario del horror, las naciones buscan más allá de las escuelas. El viejo chaman grita unas líneas que debieran reflejar el razonamiento de muchos para cuidar de las especies cuyas varazones acaban con especies y están haciendo cenizas el génesis de la creación.
Con profunda melancolía cita unas líneas que transcribimos de la oración yaqui. “Has siempre que esté listo para venir hacia ti con las manos limpias y los ojos serenos”.
“Para que cuando mi vida desaparezca como el crepúsculo pueda ir hacia ti sinvergüenza alguna”
Y finaliza: “yo quiero la fuerza, no para ser más fuerte, sino para luchar contra mi más grande enemigo, yo mismo”.
Una reflexión que pudiera arreglar muchas cosas
Atrás se había quedado el Tetabiate, Pluma blanca, Cajeme, pero habían entrenado a sus guerreros para que defendieran su tierra de toda presencia extraña y perversa.
Se quedó observando el ocaso y el viejo chaman se repetía las palabras: has que mis manos estén limpias y mis ojos lleguen ante ti sin vergüenza alguna”

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