El primer día

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Amanecía y de acuerdo a mi inveterada costumbre estaba tomando café a las 5:30 de la mañana.

Debido al frio que se sentía opté por mejor no arriesgarme y no salir, pero poco a poco la ciudad iba tomando movimiento. Las nubes hacia el este mostraban los arreboles del amanecer. Había pasado 2022 y llegaba el joven año cargado de promesas, de planes, de esperanzas.

Una hora después un claxon por aquí, otro claxon por allá pero daba la impresión aunque algunas gentes se tomarían el lunes 2 de enero del 2023. El combate festivo había sido roseado con bebidas espirituosas, ricos menudos, tamal con diversos sabores, y empezaba pues de esa manera la cuesta.

En mi interior decía que ojalá no hubiesen existido accidentes que ocasionan que las fiestas se transforman en tragedias.

Entre las promesas más recurrentes fue la de la dieta, aunque en los mercados haya gente sedienta de un plato de menudo con pata, un rico menudo rojo, un bistec ranchero y al alcance las empanadas de la morena mientras que los molcajetes van de una esquina a otra de la barra donde personas no se dan abasto.

Los maestros han esperado este día para cobrar la mitad del aguinaldo pendiente y el mes de enero con lo que tendrán que administrarse muy bien porque la cuesta va a ser de más de 30 días. Algunos ya la tendrán comprometida, otros serán previsores y los que menos tienen no tendrán este aliciente o a lo mejor les llega la pensión marcada por la ley a través de la secretaria de bienestar social.

Ojalá que las sonrisas, la empatía que produce el mes de diciembre en las gentes fuera permanente, así la existencia seria menos compleja, y esto se retornaría al coraje que nos ocupa cuando no tenemos un centavo en la bolsa porque no supimos preveer.

Pensé en los seres humanos de Ucrania,  de Guatemala, y de todos aquellos que esperan que sea el año decisivo para que puedan seguir teniendo puestos importantes en la administración federal y volveremos a recordar al viejo Adler, el psicólogo de los políticos americanos de los años cuarenta que decía que finalmente lo que perdía el político era el hartazgo de poder, de riqueza, no se hace que para ello tuvieran que subestimar los valores éticos y la honestidad de los actos.

Me acorde de Héctor Fiol al que llamaban toto, que por estas fechas con una bohemia moderada al amigo que se encontraba le recetaba el fragmento de un poema titulado “La Escalera Maldita” que dice: “Hoy se mezclan en mi mente cual dos tintes en un vaso, crepúsculos de occidente y arreboles del ocaso”.  “de siendo otro peldaño al transcurrir otro año que me lleva hasta el fondo de la escalera maldita”. (Sic)

Otros habrán brindado por el amor, por la salud, por el progreso pero desde luego anteponiendo el agradecimiento a Dios por haberles permitido lograr junto con el planeta tierra dar una vuelta completa al sol en su movimiento de traslación que sucede cada 365  días y pico.

Dicen los que saben que la via láctea a la que pertenece nuestro planeta tiene una cantidad aproximada de 200 mil millones de astros y para dar un movimiento de rotación tarda 200 años y que dada su velocidad vertiginosa el planeta azul no sentimos porque al mismo tiempo es atraída por el sol que parece llevar una carrera infinita hasta la constelación de Hércules. Imagínese usted el abrazo de año nuevo cada 200 años.

Pero lo más importante de todo esto, lo de ayer quedo atrás, queda el mañana que pertenece a los hijos de nuestros hijos y por ello debemos manifestar preocupación sobre todo cuando hay países ambicionando extender sus territorios donde hay lugares donde se hacen pedazos la ropa por llegar a un futuro político que en muchas ocasiones no están o no estuvieron preparados para serlo, si entendemos lo político como el arte o la ciencia de buscar la felicidad común, donde la conciencia no tenga por qué pesarle a nadie porque le faltó al respeto a la sociedad.

Feliz año nuevo para todos, para quien logro las metas del año anterior, y lamentos aquellos que se quedaron en el camino o que lograron traspasarla la meta del 2022 bajo los mismos signos de no estar bien con Dios ni con la ciudadanía.

Cada año tenemos oportunidad de ser mejores y no peores. Cada año nos ofrece el camino para decirles a nuestros hijos que podemos mirar el sol de frente sin que nos cause vergüenza alguna.

Feliz año 2023,  mucha salud, mucho amor, mucha amistad.

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