El pinto, la lealtad y un demagogo llamado Noroña

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El jueves anterior de la tarde tuve la grata visita de Sandino Gómez hijo de un gran amigo mío Eleazar Gámez Rascón. No me bastó mucho para conocerlo porque como dice la  expresión: de la casta le viene al galgo. No aceptó el café que le habíamos preparado y sin embargo me acepto unos chimangos que le iba a llevar a sus niños. Un gesto que causo una grata impresión. Quedamos apalabrados para tomarnos un café el día de mañana. Ahora lo acompañará el tigre. Seguramente van a ser unos minutos gratos de mutuo aprendizaje. 

Me han comentado que es un muchacho formal y bastante preparado y como ya dijimos: Eleazar siempre se distinguió por ser un político profesional. Le devengaba lo justo como diputado local pero jamás hipotecó la conciencia como algunos que conocemos.

Sabe administrar la lealtad y como tengo la maldita costumbre de hacer correlaciones de acuerdo con el procedimiento de la inducción recordé el caso de un prosista fino como el de un escritor de Coahuila que escribió una canasta de mucha atención llamada un Ruiseñor, en Baja California Sur y me refiero a Guillermo Arrambidez  Arellano en síntesis platica de la vida solitaria en una cueva de los litorales de Loreto. Aislado por una decepción amorosa. El capítulo lo titula “Baldomero y su perro”.  Salía a pescar y al regreso el pinto estaba dispuesto a tomar el cabo que le tiraba su amo para atracar sin ningún problema en las inmediaciones de la cueva.

Pasaron algunos años y sostenían un dialogo que solamente ellos entendían. El salía a vender su mercancía a las comunidades cercanas. Un día salió a pescar pero extraño que el pinto no estuviera atento a su llegada. Desembarcó cuando estaba agónico el perro. Fue una perdida muy grande. Se dedicó a vagabundear en las orillas del litoral y una tarde crepuscular tomo un cartucho  de dinamita, se colocó como si fuera un cigarro, encendió la mecha y voló en mil pedazos. Fue tanto el dolor en la perdida que no aguantó la soledad. Tiene varios capítulos como “El último Guaycura” y otras no menos interesantes y de reflexión.

Luego el pensamiento nos llevó hasta el señor diputado federal Noroña, un sujeto inefable, lo único que le sale a la piel es el entreguismo rastacuero y servil con el actual presidente López Obrador. A Noroña no le importa México, le importa la pitanza, el hartazgo de poder y la venganza masoquista contra los que no considera adversarios sino enemigos. Dos cosas muy diferentes.

La frase de hoy: “Si viviera el pinto, el perro de Baldomero se lo mandaríamos como a un rector para enseñarle de lo que es una verdadera lealtad porque este perro de aguas como Noroña, no piensa en México, piensa en él. Piensa en lo que le reditúa coronar al  rey de los hampones e ir juntando como el pez piloto del tiburón las migajas que va dejando en las presas que sacrifica.

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