De los ecos del comportamiento los futuros maestros.

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Por: Profr. Alfredo González González

Como toda institución, la Escuela Normal que hoy lleva el limpio nombre Don Domingo Carballo Félix, tenía una reglamentación interna.

Un buen día, una de las aulas principales, presentó un parte nocturno donde se señalaba el comportamiento de un grupo de maestros o casi maestros (hombres y mujeres) que estaban a punto de recibirse. El alegato señalaba que los jóvenes normalistas llegaban a sus dormitorios después de las diez de la noche lo que violaba flagrantemente el reglamento.

Así las cosas, el Consejo Técnico Escolar encabezado por el maestro Marcelo Rubio Ruíz de buenos recuerdos y mejores propósitos, manifestaba que toda organización escolar tiene que llevar una buena marcha para que organice sus horarios y pueda tener una aceptación total en la sociedad.

Sin embargo, los jóvenes inquietos, una y otra vez, alegaban que estaban ya a punto de recibirse como maestros de educación primaria, eran adultos y por esto no querían acatar tales disposiciones. En tales condiciones, el maestro Rubio Ruíz, una y otra vez, les preguntaba: que si que tenía que ver una cosa con la otra….

Esta situación fue generando otras al grado tal que llegaron hasta los límites de la intransigencia, aduciendo que en unos meses estarían como personas adultas y que ya requerían de relaciones de pareja heterosexual.

El maestro Carballo acostumbraba a cruzar las manos sobre el bajo vientre, parecía que no escuchaba, cuando preguntó: “¿que si que querían decir con eso?, orondamente los muchachos contestaron: “relaciones de hombre con mujer.”

El maestro originario de Los Inocentes, contestó inmediatamente: ¡mienten mayates!.

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