CIMARRÓN

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Cuando el hombre aprovecha la experiencia en su caminar por la vida llega a la conclusión que la mejor filosofía son las vivencias y las experiencias. Unas muy buenas y otras no tanto.

Igualmente acontece cuando se aplica la expresión: hasta en lo más seguro hay riesgo. ¿Cuántas veces usted tiene la certeza de que va a lograr un objetivo? Traza una actividad, le pone todo su esfuerzo, la cristaliza, y de pronto quien va a determinar si eso se lleva a cabo por cuestiones de recursos como que evade sus compromisos de hombre.

Mucho más que eso nos dió una lección de vida una obra llevada a la pantalla grande titulada CIMARRÓN. Su sinónimo podría ser indómito, indomable, y todo aquello que estableció la premisa que ni en la calle, ni en la cárcel, ni bajo el látigo jamás, nunca jamás hizo trizas su espíritu de independencia y rebeldía.

Así en la vida vamos aprendiendo que caras vemos y corazones no sabemos. Nadie que se precie de sí mismo es un varón confiable. El caso que vamos a narrar se dio en el viejo oeste, donde un hombre de esos ariscos pero buenos conoció a un par de ancianos en determinado lugar porque el reparto agrario lo daba la caballería y esa pareja de ancianos trasladaba una prensa porque su sueño era fundar un periódico en el lugar que le tocara establecer el instrumento de la libre expresión de las ideas. Esa noche le comentaron su vida a cimarrón que inmediatamente simpatizo con ellos y ellos le dijeron que ojala algún día se sumara a sus inquietudes. El jinete le dijo que no había nacido para eso, le gustaba la aventura pero parecía ser que esa parte del oeste le gustaba.

Ruidos de trastos viejos y movimiento donde estaban en una línea determinada los aspirantes a un pedazo de tierra esperaban la señal la cual era un disparo para que a toda velocidad que le pudieran dar sus vehículos poner las señales o mojoneras y en ese momento tomar posesión de la tierra. Así fue. Yendo solo cimarrón avanzó considerablemente sobre el resto de quienes fundarían la nueva colonia y volteó a ver cómo iba la carreta de los ancianos, se horrorizó cuando vio que una voltereta en el aire cayo. Entonces pudiendo haber encontrado un mejor lugar se regresó para auxiliarlos.

Respirando angustiosamente dijo que sentía morir y que le jurara que fundaría el periódico que él no alcanzaría hacer realidad sus planes. El jinete se deshacía en disculpas porque decía que no sabía nada de periodismo. El anciano insistía hasta que murió.

O sea que inconscientemente  había tomado la responsabilidad. Fueron los últimos en llegar, obviamente llegaron a las afueras de los mejores lugares. Inicio una lucha tenaz. Los habitantes del lugar se reían de él y de las cosas que decía en letra impresa y lo que no convencía por medio de eso lo hacía a balazos, a golpes, era un cimarrón.

Nunca en la historia se había visto que un hombre que junto con su esposa con su esfuerzo llegara a formar uno de los mejores periódicos de la unión americana. Fue un forjador. Un buen día escribió una carta impulsada por un espíritu inquieto que ni el mismo se explicaba donde le decía a la señora que se iba a una guerra que ni le correspondía donde el personaje murió. Años después la comisión de ciudadanos del pueblo invitó a la señora a que fuera a un lugar céntrico para que descubriera un monumento y ahí estaba el jinete en su caballo. Creo que era de Oklahoma.

La frase del día: “Carranza decía cuando mataron a Madero;  si tan solo hubiera un hombre que no mintiera y que no engañara, seria todo un hombre”.

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